sábado, 31 de octubre de 2009

El escándalo de la «superioridad cerebral» de los judíos

CIENCIA
El escándalo de la «superioridad cerebral» de los judíos
Polémica en EEUU por la publicación de un estudio que defiende que el pueblo hebreo ha desarrollado un mayor coeficiente intelectual
CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK.- Los judíos no llegan al 0,25% de la población mundial y, sin embargo, han conquistado el 27% de los premios Nobel, el 25% de los premios ACM de ciencias informáticas, y el 50% de los títulos mundiales de ajedrez. Todo esto les ha dado mucho que pensar a Henry Harpending y Gregory Cochran, singular pareja de antropólogos que ha creado una gran polémica en Estados Unidos con su controvertida teoría sobre la «inteligencia superior» del pueblo judío.

Según Harpending y Cochran, la presión social y ambiental a la que han estado sometidos durante siglos los judíos -y más concretamente los de la familia Ashkenazi, que poblaron las colinas de Lucca, en Italia, y después se extendieron por Centroeuropa antes de hacer las Américas- han sido el detonante de mutaciones genéticas que les han hecho más propicios a ciertas enfermedades metabólicas, y de paso a un aumento de la actividad neuronal.

«Los judíos han experimentado presiones inusuales y selectivas que han favorecido el aumento de su inteligencia», escriben al unísono Harpending y Cochran en un polémico ensayo titulado La historia natural de la inteligencia Ashkenazi.

La teoría sobre el «genio judío», arropada por la interminable galería de famosos (Albert Einstein, Karl Marx, Sigmund Freud, Franz Kafka, Bobby Fischer, Woody Allen, Bob Dylan), llevaba circulando desde el pasado verano, cuando la Universidad de Utah arropó oficiosamente las conclusiones de los dos autores.

El estudio ha llegado ahora hasta la edición online del prestigioso Journal of Biosocial Science, editado por la Cambridge University Press, y de ahí a las páginas de The New York Times y a la portada de la revista New York, donde relevantes científicos como Harry Ostrer, director del programa de genética humana de la Universidad de Nueva York, han entrado al trapo.

Un caso de «mala ciencia»

«Estamos ante un caso típico de mala ciencia», afirma Ostrer.«Pero no porque sea provocadora, sino porque se trata de mala genética y de mala epidemiología». El historiador Sander Gilman va aún más allá: «Todo el estudio es una exageración, por no hablar de lo insultante que resulta la hipótesis».

La investigación de Harpending y Cochran ha creado además un agrio debate dentro de las comunidades judías, con los propios rabinos advirtiendo que todas las teorías sobre la supuesta superioridad de la mente judía no han servido más que para alimentar la persecución y el antisemitismo durante siglos.

El estudio, ceñido a la ascendencia de los Ashkenazi (que tomaron su nombre de uno de los nietos de Noé) ha reactivado las rivalidades internas y ha puesto de nuevo circulación chistes como aquel que decía: «¿Cómo distingues a un judío sefardita de un judío ashkenazi? Enséñales un tablero de ajedrez».

Pero la bola de nieve no ha hecho más que rodar, y lo que comenzó circulando casi en secreto entre ese 3% de la población estadounidense de origen judío es ya vox populi y está dando la vuelta al mundo.

Henry Harpending y Gregory Cochran hablan en particular de cuatro enfermedades habituales que han provocado alteraciones metabólicas y genéticas entre los hebreos ashkenazi (el mal de Tay-Sachs, el mal de Niemann Pick, la enfermedad de Gaucher y la mucolipidosis de tipo IV). Según los autores, las tres primeras enfermedades pueden ser fatales, pero tienen un insospechado efecto colateral demostrado en varios experimentos: el aumento de la inteligencia.

En su estudio hablan precisamente de una investigación dirigida por Steven Wakley, neurólogo del Colegio de Medicina Albert Einstein, que demuestra un crecimiento adicional de las neuronas en los tejidos de humanos y gatos afectados con los males de Tay-Sachs y Nieman Pick.

Crecimiento neuronal

Otro experimento, publicado en 1995 en el Journal of Biological Chemistry, demuestra una expansión neuronal en los cerebros de las ratas afectadas con la enfermedad de Gaucher.

De acuerdo con Harpending y Cochram, los mismos genes que causan la propensión a esas enfermedades son los que explican el «refuerzo de la inteligencia» que se ha ido gestando durante varias generaciones de judíos en diversas circunstancias históricas, hasta quedar grabado en el ADN.

«Los trabajos de los judíos han sido muy exigentes desde el punto de vista cognitivo, pues prácticamente se vieron compelidos a ejercer como financieros, empresarios, banqueros y comerciantes», escriben los autores. «Para hacer estos trabajos, se requerían coeficientes intelectuales por encima de la media».

Como prueba, los dos investigadores sostienen que 23 de cada 1000 judíos de origen ashkenazi puntúan por encima de 140 en los test de inteligencia, comparados con el 4 por 1000 de media de los europeos del norte.

El empleo selectivo de estadísticas comparando y aireando la supuesta superioridad étnica se ha convertido en un arma de doble filo para estos dos investigadores, que ponen la mano en el fuego por el rigor de sus hallazgos. «Yo no permitiría que un estudiante indagara en un terreno tan complejo», admite el antropólogo Henry Harpending, en declaraciones a la revista New York. «Somos investigadores serios; no vivimos de becas».

No hay comentarios:

Publicar un comentario