domingo, 29 de noviembre de 2009

LA POBREZA EN ESTADOS UNIDOS

    LA POBREZA EN ESTADOS UNIDOS

    archivo del portal de recursos para estudiantes
    www.robertexto.com

    Luis de Sebastián

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    Sumario

    1. Pobreza en una sociedad rica: datos y estadísticas

    2. La cara de la pobreza en los Estados Unidos

    3. Mecanismos generadores de pobreza

    4. La ideología en torno a la pobreza y sus remedios

    5. Reforma del “welfare” y combate contra la pobreza

    6. El cuestionamiento del capitalismo americano

    Notas

    Apéndice

    1. POBREZA EN UNA SOCIEDAD RICA

    Según datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos 1, en 1995 había en el país 36,5 millones de personas considerados pobres. Son pobres en Estados Unidos las personas que viven debajo de la línea de la pobreza, que esta establecida en 13.000 dólares/año para una familia de cuatro personas. Representan el 13,8% de la población censada. Eso corresponde a siete millones y medio de familias o el 10,8% de las familias americanas.

    ¿Es mucho o es poco? En la Unión Europea se cuentan 57 millones de pobres, o personas que viven bajo la línea de la pobreza. Representa el 17% de los habitantes de la Unión, que tendrían un ingreso neto inferior a la mitad del ingreso promedio vigente en el país. (En España, según esta medida, serían pobres las personas que tengan un ingreso neto anual de menos de un millón de pesetas)2. En todo caso, tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos, la existencia de ese número de pobres es lamentable. Pero es sobre todo injusto en países donde existe tanta riqueza y tanto despilfarro.
    El problema de la pobreza en Estados Unidos es particularmente importante porque representa como la sombra del resplandor y el contrapunto de los acordes con que se presenta en Europa el modelo de capitalismo americano. El ingreso per cápita anual de los Estados Unidos era en 1995 de 26,000 dólares (casi el doble que el de España). Sin apenas desempleo, -4,7% de la población económicamente activa a finales de 1997-, con unos años de crecimiento sostenido sin inflación, parecería que se dan las condiciones necesarias y suficientes para eliminar la pobreza. Pero no es así. Los pobres forman una parte substancial de la sociedad norteamericana y constituyen un resultado esencial del modelo.
    La pobreza en Estados Unidos nos debiera advertir de los males del modelo de capitalismo desenfrenado que se siguen tratando de desarrollar en ese país y que cada vez más se pretende copiar en Europa. Aquello no es Jauja, el modelo americano tiene costos grandes y bien reconocibles de privación y sufrimiento humano. En este cuaderno trataremos de aproximarnos a esa realidad y analizar las causas del fenómeno, los remedios que se están poniendo y las perspectivas para el futuro.

    Datos básicos de la pobreza
    Los datos de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, que recogen muchos datos sobre los individuos y familias censadas, muestran que de 1994 a 1995 las medidas tradicionales de pobreza arrojan resultados mejores. En 1995 había 1,6 millones menos de pobres que en 1994 y la tasa de pobreza se había reducido del 14,5% al 13,8% un año después. De todas manera, la tasa de pobreza es mayor que hace treinta años, cuando, como resultado de las medidas sociales de J.F. Kennedy y sobre todo de Lyndon Johnson con su “Programa para una Gran Sociedad” (Great Society Program), se redujo al 10%, desde el 22% que había alcanzado en 19593. A partir de los presidentes reformistas, Reagan y Bush, la tasa de pobreza ha aumentado constantemente hasta los niveles actuales que parecen estabilizados.
    Por otras medidas de pobreza se constata el mismo estancamiento. El número, por ejemplo, de las personas que no disfrutan de ningún tipo de seguridad médica se mantiene en torno a los 40 millones de personas -el 15,4% de la población- . La tasa de pobres entre los inmigrantes (personas censadas nacidas fuera de los EE.UU) se mantenía en 1995 a su nivel anterior de 22.2%. A finales de 1996 las estadísticas del país constataban un descenso del 2% en los ingresos semanales promedio entre diciembre y enero4. Estas estadísticas globales pintan un cuadro bien claro de la situación:

    La economía de los EE.UU. está en su quinto año de recuperación. Los beneficios aumentan, los tipos de interés están bajo control y el desempleo es bajo. Pero las brillantes estadísticas tienden a tapar el preocupante aumento de americanos que trabajan y viven en una situación de pobreza. Mientras los trabajadores de mayores ingresos disfrutan una constante mejora de ingresos, los trabajadores más pobres están perdiendo terreno. Más aun, sus esperanzas de subir desde el peldaño más bajo de la escala profesional son más sombrías que nunca antes, porque el avance en la nueva era tecnológica depende cada vez más de calificaciones de las que los trabajadores pobres carecen. Cuando el Congreso se prepara para llevar a cabo cortes en los programas sociales, desde el Medicare a la beneficencia, los trabajadores pobres pueden descubrir mayores agujeros en la red de seguridad de los programas sociales con los que cuentan para salir adelante.5


    2. LA CARA DE LA POBREZA EN LOS ESTADOS UNIDOS

    1. Raza
    Los datos nos permiten trazar una imagen-robot de los pobres norteamericanos. Por raza las situación se perfila de la siguiente manera:

    1995 1994
    Negros 9,872 29,3% 30,6%
    Asiáticos i Pacífico 4,411 14,6% 14,6%
    Origen Hispánic 8,754 30,3% 30,7%
    Blancos (no hispanos)16,267 8,5% 11,7%
    (en miles de personas)

    Aunque casi la mitad de los pobres son blancos (16 millones que equivalen al 44% del total), casi la tercera parte (30%) de todos los ciudadanos de color negro y de los de origen hispanoamericano son pobres. Mientras que de los blancos americanos (excluyendo los de origen hispánico) sólo el 8,5% es pobre.
    La pobreza por lo tanto tiene una incidencia relativa mayor entre los negros y los hispánicos: los descendientes de los esclavos africanos y los campesinos latinoamericanos emigrados al paraíso. Es verdad que muchos de ellos estarían peor en sus países de origen. Pero las condiciones materiales no son todo en la vida y muchos emigrantes se degradan viviendo en una pobreza relativa y una exclusión que no tendrían en su país. En la tabla se ve que la suerte de los habitantes americanos de origen hispánico no ha mejorado apenas en 1995. Y eso que la estadística se refiere solo a los emigrantes legales. Si se contaran los cientos de miles de ilegales, la incidencia de la pobreza en este grupo sería sin duda mayor.

    2. Edad
    La edad también es un elemento diferenciador en el mundo de los pobres. La incidencia de la pobreza entre los jóvenes es mayor que entre los adultos. El 40 por ciento de los pobres son personas menores de 18 años. Los viejos están mejor: sólo el 9,11% de los pobres son personas de 65 años o mayores. La pobreza en EE.UU. tiene cara de joven. La mitad (48%) de los pobres crónicos son niños. Los niños son las mayores víctimas del sistema.

    Distribución de las personas pobres por edad (en miles de personas)
    1995 % del grup 1994
    Menores de 18 años 14,665 20,8% 21.8%
    De 18 a 24 años 4,553 18,3% 18,0%
    De 25 a 34 años 5,196 12,7% 13,2%
    De 35 a 44 años 4,064 9,4% 10,6%
    De 45 a 55 años 2,470 7,8% 7,8%
    De 55 a 65 años 2,159 10,3% 11,4%
    Máss de 65 3,318 10,5% 11,7%


    Podemos ver esta realidad de otra manera según los datos de la tabla anterior. Por grupos o cohortes de edad, como a veces se dice, la mayor incidencia de pobreza se da entre los más jóvenes, 20,8% del grupo de menos de 18 años6. No es sorprendente porque aquí está comprendido todo el universo de los niños y adolescentes. Más sorprendente es que en una cohorte de límites más estrechos (de 18 a 24 años) la incidencia es casi igual (18,3%). Los niños, adolescentes y jóvenes hasta los 24 años representan más de la mitad del total de personas pobres, el 53%. Considerando esta situación escribía Lester Thurow:

    El gasto público en los mayores no es una cuestión de iniquidad y privaciones. En 1970 el porcentaje de las personas mayores que vivían en pobreza era mayor que en ningún otro grupo de la población. Ahora hay menos pobres entre los mayores que en otro grupo de la población. Para muchas personas en los Estados Unidos el nivel de vida aumenta cuando se jubilan.7

    Thurow habla de una especie de explotación de los más jóvenes por parte de los mayores en el sentido de que estos, que tienen mayor garra política, influyen para que el gasto público se canalice hacia los jubilados y no se toque por ningún concepto. Este panorama es distinto del que tenemos en España. La diferencia es que sucesivos gobiernos de los Estados Unidos han estado reforzando las pensiones no contributivas y engordando las contributivas. Los jubilados forman un lobby o grupo de presión muy fuerte, numeroso, bien organizado, que tiene mucho que ganar de una acción colectiva y con tiempo suficiente para organizarla. Han mejorado su suerte mucho y a eso no podemos objetar. Lo que hace falta es que se dé atención a ese otro grupo menos organizado, más amorfo y caótico que son los jóvenes, con menos interés en la política, que no votan y “pasan” de muchas cosas. Los gobiernos sienten menos presión de su parte para canalizar el gasto público hacia ellos.
    3. Domicilio
    Por zona residencial también hay diferencias. Los pobres se concentran en la partes antiguas, en el centro histórico de las ciudades. Más de la mitad de los 28 millones de pobres urbanos (57%) viven en estas zonas antiguas, decadentes, mal mantenidas y mal cuidadas, por lo tanto de escaso valor inmobiliario y ya abandonadas por los negocios y las viviendas de la clase media. En las áreas rurales más retrasadas se concentran los 8 millones de pobres restantes.

    4. Geografía
    Por zonas geográficas los pobres se reparten como se puede ver en la tabla siguiente que divide el país en grandes zonas:

    Población considerada pobre en diversas regiones (en miles de personas)
    1995 % de población
    Nordeste 6,445 12,5%
    Medioeste 6,785 11,0%
    Sur 14,458 15,7%
    Oeste 8,736 14,9%

    Como se puede apreciar, la pobreza se concentra más en el Sur, en el territorio del Sur profundo Confederado, de plantaciones de algodón y de extensa esclavitud. Comprende los estados de Arkansas, Lousiana, Mississipi, Tennesee, las Carolinas, etc. En el Sur viven el 40% de los pobres americanos, que representan el 15,7% de los habitantes de estos estados, una tasa de pobreza mayor que la media nacional. El Oeste, aunque es muy rico, con California, Nevada, Nueva México, Texas, etc. tiene muchos emigrantes latinoamericanos y mucha pobreza entre ellos, lo que hace que también la tasa de pobreza esté por encima de la media nacional.
    La foto robot del prototipo de pobre americano es una joven negra -o mestiza- que vive en un estado del Sur, madre soltera con cuatro o cinco años de escolaridad básica, desempleada y ayudada por el welfare system (sistema de beneficencia). Es el tipo más frecuente entre los pobres. Si encontramos una persona así tenemos muchas probabilidades de que estemos en frente de una persona realmente pobre. Los jóvenes pobres parecen ser una característica del futuro estado de la sociedad, si la abandonamos a la dinámica que ya funciona en los Estados Unidos


    3. MECANISMOS GENERADORES DE POBREZA

    En los últimos 25 años el país ha tenido largos períodos de crecimiento con dos recesiones del 1980-1982 (“la recesión de Reagan”) y la de 1991 (la recesión de Bush, que dio la victoria a los demócratas). El ritmo de crecimiento, 2,5% de media anual durante los 17 últimos años, ha sido bueno para una economía madura, como es la de Estados Unidos. Por el “efecto rebalse” los salarios de todo el mundo tendrían que haber crecido de forma semejante. Pues bien, los datos muestran que la distribución del crecimiento, medido por el del ingreso nacional, ha sido muy desigual.

    Distribución del Ingreso Nacional (en miles de personas)
    Grupo de ingresos 1967 1995
    El 20% de menores ingresos 4% 4%
    El 60% de ingresos medianos 52% 46%
    El 20% de mayores ingresos 43% 49%
    El 5% de mayores ingresos 16% 22%
    Fuente: Us Bureau of the Census, Encuesta de población, Marzo 1996

    Mientras el quintil8 de menores ingresos se ha mantenido con la misma cuota de reparto del ingreso nacional en esto treinta años y los tres quintiles medios han visto como su cuota bajaba del 52 al 46%, el quintil de mayores ingresos ha visto aumentada su cuota del 43 al 49%, y dentro de este grupo, el 5% con mayores ingresos, los realmente ricos, han aumentado su cuota del 16 al 22%. En resumen, el 5% más rico se lleva el 22% de la renta nacional y el 20% más pobre sólo el 4%. Este patrón de distribución es uno de los más injustos del mundo, más propio de un país subdesarrollado que de una economía industrial avanzada y un país que se vanagloría de la fortaleza de su democracia.
    Más aún, la distribución del ingreso se ha deteriorado especialmente para la clase media, que constituía la base del “sueño americano”, que era un sueño de igualdad de oportunidades y de progresiva elevación de las clases trabajadoras. Ahora se ha escrito el libro: “Quién robó el sueño?”9, reconociendo que la situación es bien diferente de lo que se vendía en Europa en tiempos del “El desafío americano” del francés Shervan Schreiber. El batallón de los pobres no se nutre sólo de los emigrantes y de los hijos de las madres solteras. Muchos vienen de las capas de menores ingresos de la clase media que cada vez se están empobreciendo más.
    El proceso de deterioro de la distribución de la renta y la riqueza desde el punto de mira de la gran clase media americana es uno de los factores dinámicos que genera la pobreza en el país. Esto es uno de los costos esenciales del “modelo americano” que debieran tener en cuenta quienes pretenden importarlo a Europa.
    En la tabla siguiente se ve el perfil de las ganancias de los grupos sociales a través de las declaraciones de impuesto por ingresos del trabajo. En Estados Unidos se considera que una familia obligada a declarar y que gana menos de 20.000 dólares (unos tres millones de ptas. anuales) es una familia de “working poor” (pobres que trabajan).

    Clasificación de las clases por las declaraciones del IRPF 1993
    Ingreso anual declarado Núm. de declaraciones % del total
    Menos de 3.100.000 pts 44,5 millones 45%
    Entre 3.100.000 y 11.600.000 pts 45,7 millones 47%
    Más de 11.600.000 pts 7,8 milliones 8%
    Total 98 millones
    Fuente: Barlett and Steele. 1996. América: Who stole the dream? P.xi

    3.1. La evolución de los salarios
    Esta desigual distribución de la renta sólo puede ser el resultado de una notable disparidad en la evolución de los salarios y remuneraciones de los trabajadores y empleados.

    Una encuesta del Philadelphia Inquirer sobre 20 de las 500 empresas que figuran en Fortune -en industrias que van desde tractores a ordenadores, de gaseosas a jabón- muestra que los salarios y bonificaciones de los ejecutivos mejor pagados se han disparado en un promedio del 951 por ciento entre 1975 y 1995, o sea cinco veces la tasa de inflación. En comparación, las ganancias promedio de más de 73 millones de trabajadores y empleados de todas las empresas privadas¼ subió sólo el 142 por ciento, por debajo de la tasa de inflación acumulada durante el período, que fue del 183 por ciento. El promedio de los salarios anuales en 1995 (20.559 dólares) es inferior en 3,529 dólares al valor real del salario promedio en 1975 que fue de 24,088 dólares10. Pero a causa del aumento en la carga tributaria, están todavía peor de lo que esta diferencia indica.11

    Como se puede ver en el gráfico el promedio de ingresos semanales en actividades privadas no agrícolas ha ido cayendo desde 1980 en términos reales (en dólares constantes de 1982). Y la caída -que no aparece en el gráfico- es mucho mayor desde 1972 cuando los salarios alcanzaron una cima histórica.
    Como se podría esperar, los salarios que más han caído son los del trabajo menos cualificado. Desde 1973 a 1993 los salarios reales de quienes no acabaron el bachillerato se han reducido en un 23%, el de los que lo acabaron pero no hicieron otros estudios también se redujo, pero esta vez en 17 %. Los que dejaron pronto la universidad también vieron bajar sus salarios en un 7%, mientras que los salarios de los que hicieron el “college” subió, pero sólo en 5%. Los que realmente mejoraron son los que tienen estudios superiores y los ejecutivos, claro. Como decía el periodista Richard Cohen en un artículo sobre la “depresión silenciosa”,
    La conclusión inevitable es que un gran número de americanos está en embarcaciones que no se elevan con la marea de la prosperidad global.12
    aludiendo a la filosofía oficial de que al crecer la economía levanta el nivel de vida de todos los ciudadanos, como la marea levanta a todas las barcas amarradas en el puerto. Es otra versión del “efecto rebalse”, que no suele ser verdad.
    3.2. Evolución del empleo
    Este caída de los salarios se da a la vez que el empleo aumenta en Estados Unidos. En el mes de Diciembre de 1997 el paro registrado era de 4,7% de la población económicamente activa. Una tasa tan pequeña de paro se puede considerar como “desempleo friccional”, por lo cual entienden los economistas el número de aquellos que están en transición, es decir, que “han dejado un empleo y están buscando otro, que sin duda encontrarán con poco esfuerzo”. La situación es prácticamente de pleno empleo.
    La pobreza en Europa es fruto del desempleo, pero no se puede decir lo mismo de los Estados Unidos. En 1995 había 7,4 millones de desempleados, pero había 36 millones de pobres. Aun teniendo en cuenta que muchos de los pobres son menores y mujeres que no se cuentan entre la “población económicamente activa”, es inevitable la conclusión de que muchos del número de los pobres son personas empleadas, son “working poor”. Lo cual es una indicación de algo que ya se sabe de otras fuentes, a saber, que muchos de los puestos de trabajo que ocupan esas personas están muy mal retribuidos.
    En un informe especial del diario The New York Times titulado “The Downsizing of America” (El encogimiento de América) se ilustra de forma impresionante como la pérdida de millones de “buenos empleos” ha sido la causa de la reducción de los ingresos de la clase media y el aumento de la pobreza13.
    3.3. Pérdida de buenos empleos
    El número de los puestos de trabajo en los Estados Unidos ha aumentado enormemente. Clinton en la reunión del Grupo de los Siete (los responsables de la siete economías más grandes del mundo) en Denver, Colorado, en Junio de 1997 presumía antes su colegas europeos de que en su dos periodos se habían creado más de veinte millones de puestos de trabajo netos14, mientras que en Europa apenas se había creado netos algo más de dos millones. Es verdad, pero la calidad de esos empleos ha disminuido enormemente y de eso se quejan los que proclaman el fin del “sueño americano”:

    Más de 43 millones de puestos de trabajo han desaparecido en los Estados Unidos desde 1979, según un análisis de los datos del Ministerio de Trabajo hecho por el New York Times. Muchas de las pérdidas se deben al desgaste normal de empresas que cierran y fabricas que se trasladan. Además se han creado muchos más puestos de trabajo de los que se destruyen. Pero de forma creciente los puestos que desaparecen son los mejor pagados, empleados de oficina, muchos en grandes empresas, mujeres tanto como hombres, muchos de ellos en el zenit de su carrera profesional. Como un cuenta-kilómetros en un coche de carreras el número es mayor casi cada día.15

    Despidos en grandes empresas entre 1991 y 1994
    Empresas Despidos Causas
    IBM 85.000 Reestructuración
    AT&T (teléfonos) 83.000 Nuevas tecnologías
    General Motors (coches) 74.000 Traslado de producción
    US Mail (correos oficiales) 55.000 Reestructuración
    SEARS (grandes almacenes) 50.000 Cierre de establecimientos
    Boeing (aviación) 30.000 Reducción de contratos
    Otras, hasta 25 empresas 620.000
    Fuente: Business Week, 9 de mayo 1994, p. 61

    La responsabilidad de estos despidos es sobre todo de las grandes empresas pero no solo. En un editorial del Washington Post titulado “La vanguardia de la reducción de empleo” se acusaba al gobierno federal de ir a la cabeza de la carrera para eliminar buenos puestos de trabajo -bien remunerados y seguros- con cifras impresionantes. Según el diario de Washington16, el gobierno había anunciado para 1996 el despido de un número de empleados entre veinte y treinta mil, de los cuales 4.000 solamente en la ciudad de Washington.
    Desde que el presidente Clinton inauguró su presidencia en 1993, 187.000 empleados a tiempo completo han dejado la administración federal, haciendo que el nivel del funcionariado sea el más pequeño desde 1965. Menos mal que el presidente Clinton es demócrata, de un partido más inclinado a las causas obreras y a la justicia social¼ que si hubiera sido republicano no sé qué desaguisados hubiera hecho en la administración pública.
    El problema no es de desempleo. Los despedidos de grandes empresas encuentran trabajo a las pocas semanas. El problema, es de la calidad del empleo que encuentran. Los datos del Ministerio de Trabajo muestran que sólo el 35% de los que dejan un empleo encuentran otro igual o mejor pagado que el anterior. El 65% restante se tiene que contentar con ganar menos, trabajar más horas y frecuentemente en otra localidad a cientos o miles de kilómetros de su ciudad de origen.
    En esta degradación continua de los puestos de trabajo fácil es de ver que los trabajadores menos cualificados, son los que sufren mayores reducciones en la calidad y remuneración del empleo que pueden encontrar después del despido y acaban engrosando el número de los “pobres que trabajan”. Particularmente los que no llegaron a terminar la educación secundaria se hallan en una enorme desventaja, porque los trabajos a que tienen acceso están especialmente mal pagados. Pero incluso para los que habiendo hecho la secundaria no llegaron a tener estudios universitarios, los ingresos también han decrecido, como ya vimos. Esto reconoce el Informe Económico del Presidente de 1996:

    En los últimos 15 años los salarios reales de los trabajadores no cualificados han caído mucho mientras que los de los trabajadores bien calificados han subido: entre 1980 y 1994, los ingresos reales de los que no acabaron la escuela secundaria con edades entre los 25 y 34 años han caído en un 18%, mientras que los de aquellos con algunos años de universidad han aumentado en 3%.17

    3.4. Una sociedad donde el ganador se lleva todo
    Así ha caracterizado a la sociedad americana un libro de dos economistas que lleva este título “The winer-take-all society”18 . Los autores tratan de explicar la creciente desigualdad en las ganancias de las diversas profesiones y oficios en una sociedad moderna, y más en concreto la creciente desigualdad en la distribución del ingreso en los Estados Unidos, una tendencia que se está acentuando cada día más.
    Por ejemplo, en 1974 el director de la IBM ganaba once veces más que el salario de una típica secretaria ejecutiva. En 1994 ese mismo director ganaba cuarenta veces más que la típica secretaria, en parte porque la IBM redujo en 10% el salario de unas 120 secretarias de dirección a la vez que elevaba la retribución de los jefes. Estos movimientos opuestos de la evolución de los ingresos han llevado a que el 5% de las familias con ingresos más altos recibían en 1995 el 22% de la renta nacional, cuando en 1978 recibían el 17%. Estas desigualdades hicieron exclamar a Robert Reich, antiguo Ministro de Trabajo del primer gobierno de Clinton: “Tenemos una de las distribuciones de la renta más injustas del mundo!”. Así es en efecto.
    El problema no es que los ricos ganen mucho y cada vez relativamente más, sino que gradualmente se lo vayan quitando a los que ganan menos, en la medida en que la riqueza deja de ser pública, con la reducción del estado, y se convierta en riqueza privada de los más ricos naturalmente, que son los que más se benefician de las reducciones de impuestos y de las privatizaciones de las empresas y actividades de servicios públicos. La nueva política económica que practican tanto las empresas como las administraciones públicas, apelando a ese batiburrillo de ideas y prejuicios que llamamos neoliberalismo, tiene unas consecuencias redistributivas claras: dar más al que ya tiene a costa de los que menos ganan.

    3.5. El comercio internacional
    Los cambios en la situación del empleo, el constante deterioro de los salarios de los trabajadores no cualificados lo atribuyen algunos al comercio internacional, al aumento de las importaciones de países en vías de desarrollo, donde los salarios son más bajos. Importar esos productos es como importar salarios bajos al país, dice el argumento.
    Señalan que la productividad de la mano de obra, que se había estancado en la década de los ochenta, ha estado creciendo en la de los noventa a un buen ritmo. ¿Como es posible que con un aumento de la productividad en una situación de casi pleno empleo no suba el nivel general de salarios? La respuesta fácil es apelar a la competencia internacional y al hecho de que los obreros chinos, cuando no son presos políticos, ganan veinte veces menos que el trabajador norteamericano menos cualificados. “Tus salarios ¿son fijados en Pekín?”19. Se preguntaba una economista en una conocida revista académica. Otro economista, William Cline después de haber revisado toda la literatura especializada sobre el caso, concluía:

    Mi propia estimación es que las influencias internacionales han contribuido en un 20% en el aumento de la desigualdad en los salarios en la década de los ochenta.20

    Curiosamente echar la culpa de los bajos salarios al comercio es un argumento que esgrimen los periodistas y políticos tanto de derecha (el periodista Pat Buchanan) como los de “izquierda” (el economista Robert Kuttner), aunque los de la derecha lo enfatizan más para ocultar los problemas estructurales y coyunturales, ajenos al comercio exterior, que tienden a hacer la distribución de la renta tan injusta. La excusa es perfecta para quienes no quieren conceder que son los cambios en el papel del estado, la nueva permisividad y tolerancia con las fusiones de las empresas, la revolución tecnológica y otras fuerzas a las que “no conviene poner obstáculos”, los que tienen mucha más culpa que el comercio en la evolución de los salarios en Estados Unidos.
    El nuevo patrón de comercio es sin duda una influencia más, aunque no la más importante cuantitativa ni cualitativamente, en el proceso de generación de pobreza en los Estados Unidos, en el estancamiento de los salarios de los trabajadores no cualificados, y en la desigualdad creciente en la remuneración de los salarios entre trabajadores con diferentes grados de cualificación. Esta influencia, dicho sea de paso, se está intentando usar para reducir el comercio de los Estados Unidos con países en vías de desarrollo, sobre todo las importaciones de países que tienen un nivel de salarios mucho más bajo. Eso equivaldría a cerrar el mercado norteamericano a los países emergentes, a los que se ha inducido a exportar para desarrollarse. El cierre del mercado americano, mientras que haría un gran daño a las posibilidades de desarrollo de muchos países, no solucionaría el problema de la desigualdad y la pobreza cuyos mecanismos residen en la estructura de la economía y sociedad americana.

    3.6. El debilitamiento de los sindicatos
    Los despidos masivos, la inseguridad laboral que han creado y la pérdida de empleos bien pagados ha afectado enormemente a la credibilidad y capacidad de acción del movimiento sindical americano. La pertenencia a los sindicatos se ha reducido hasta el 16% de los trabajadores en 199121, cuando hace apenas treinta años la cifra era del 35%.
    De 103 millones de asalariados que había al comienzo de la década de los noventa, sólo 17 millones estaban sindicados (una reducción de casi un millón de personas en los últimos cinco años). La mayor facilidad con que las empresas pueden sustituir a sus trabajadores ha cambiado la naturaleza de las relaciones de poder en las negociaciones colectivas. La misma competencia internacional en sectores manufactureros clásicos, como el automóvil, la aeronáutica, el acero, la maquinaria agrícola, etc., en que los sindicatos eran más fuertes, ha supuesto un debilitamiento de estos y de su capacidad negociadora frente a las empresas. Richard Freeman ha estimado que casi la quinta parte del aumento de la desigualdad de salarios en los Estados Unidos se puede atribuir al declive de la sindicalización22.

    4. LA IDEOLOGÍA EN TORNO A LA POBREZA Y SUS REMEDIOS

    Un aspecto esencial de la pobreza en Estados Unidos es el rechazo social que causa la condición de ser pobre, lo cual hace más difícil -por no ser populares- los esfuerzos de las administraciones públicas para combatirla. Con lo cual se agrava la condición de pobreza en recursos económicos con la marginación y el desprecio social. La intolerancia con los pobres y la tolerancia con la pobreza que se encuentran en la sociedad americana son cosa que no se da en otros pueblos ricos de la tierra. Estas actitudes dependen mucho de los prejuicios y de la ideología que se tiene en torno a la pobreza.
    4.1. Los pobres como perdedores
    La mayor parte de los americanos ven a los pobres como “perdedores”, como personas que no han tenido la voluntad, la habilidad, ni la fuerza para aprovecharse de las ventajas que ofrece a todos los ciudadanos el sistema abierto, democrático y de libre empresa de los Estados Unidos.
    La literatura que leen los niños en los colegios está llena de historias de niños pobres que llegaron a tener enormes riquezas gracias a su trabajo, a su habilidad y un poco de buena suerte. Los ciudadanos ejemplares que se proponen a la admiración e imitación de todos son también personas reales con este tipo de aventura vital: nacimiento humilde -juventud esforzada- madurez con éxito. En un país donde no se puede presumir de nobleza de sangre, de apellido, de las gestas de los antepasados o de las grandes posesiones heredadas, se presume de haber ganado dinero, y si ese dinero se ha ganado saliendo de la indigencia tanto mejor. En Estados Unidos, donde se cultiva tanto el mito del éxito personal, los pobres son siempre sospechosos.
    Y no sólo los ven como sospechosos. Son en cierta manera contraproducentes, porque no habiendo sido capaces de luchar para salir de la pobreza por si mismos -cosa que suponen que siempre y en todo caso es posible-quieren vivir a costa de quienes han luchado con éxito para labrarse una buena posición económica. Además de perdedores son parásitos, rémoras, individuos que impiden el avance de los más capaces y de la sociedad. Por la incapacidad o abulia de los pobres, dicen, la sociedad tiene que gastar muchos recursos en beneficencia -lo que en Estado Unidos llaman welfare- , recursos que las empresas podrían usar mejor en actividades productivas.
    4.2. Darvinismo social
    De estas consideraciones se pasa sin sentirlo a proposiciones darvinistas, sobre la sobrevivencia de los más fuertes y la necesidad de que la evolución vaya eliminando a los individuos más débiles para el fortalecimiento de la especie entera. Así se constituye ese darvinismo social que es parte integrante de los prejuicios neoliberales. No es casualidad que se hayan reeditado y difundido en los Estados Unidos las obras de Herbert Spencer, un obscuro sociólogo inglés del siglo pasado, que ganó fama y dinero en América con sus teorías sobre la selección de los individuos en la evolución social. Uno de sus libros publicado en 1982 en Indianapolis se titula “El hombre contra el estado”. Allí encontramos lo siguiente:

    Ahora que esta verdad (la selección natural de Darwin) está reconocida por la gente más culta, ahora que la acción benéfica de la supervivencia de los mejor dotados les ha impresionado tanto que, mucho más que la gente en otros tiempos, se podría esperar que dudaran mucho antes de estorbar su acción, ahora, mucho más que nunca antes en la historia del mundo están haciendo todo lo que pueden para promover la supervivencia de los menos dotados.

    Con esta empalagosa retórica decimonónica y con pretensiones de lenguaje filosófico, Spencer, el paniaguado de los ricos, está diciendo pura y simplemente que no se debe ayudar a los pobres, que eso quiere decir cuando se queja de que se está promoviendo la supervivencia de los menos dotados. En mi libro La Solidaridad cuento algo que vi en 1995 en un canal de la televisión americana dedicado a retransmitir los debates parlamentarios del Congreso. Para argumentar a favor de la supresión de los subsidios a las madres solteras sin empleo, un representante (diputado) del partido republicano (de la derecha dura), John L. Mica, un millonario de Florida, mostró al foro una señal traída de su estado que rezaba: “No alimentar a los caimanes”. Lo que era un buen consejo, según el representante, porque “si se les deja en su estado natural se saben cuidar ellos mismos”. Era su manera de argumentar que no se debe dar subsidio a las madres solteras sin trabajo, porque, en sus propias palabras:

    una alimentación no natural y el cuidado artificial crea dependencia. Las personas no son caimanes, pero yo afirmo que con nuestros actuales subsidios de un sistema de beneficencia que no exige trabajar hemos perturbado el orden natural.23

    Sin duda que todos los americanos no piensan de una manera tan salvaje y sin compasión. Muchos comparten las ideas de Spencer y del Representante Mica, otros, la mayoría quizá, tienen algunos malos pensamientos de este género pero tempera su juicio sobre los pobres con sentimientos cristianos de compasión, caridad, y muchos otros comprenden y se apiadan y promueven las leyes de beneficencia. Y no faltan quienes ven en los pobres el objeto de la filantropía como un deporte de los muy ricos. Lo que parece es que en tiempos de inseguridad económica, miedo al desempleo y reducción de las expectativas para el futuro la gente tiende a hacerse más dura con los pobres y aceptan más fácilmente los proposiciones de los ideólogos del gran capital. Hace poco leía en el Washington Post una colaboración bajo el título “Si no hay trabajo no hay placer”, que vertía conceptos como los siguientes:

    Privados de la necesidad de ganarse la vida, los humanos están privados de uno de los más fundamentales componentes de la felicidad humana. Nosotros conseguimos la felicidad luchando para superar dificultades y -alguna vez- triunfando. Si no hay lucha no hay felicidad. Parece poco intuitivo pero la masa de evidencia muestra que para la mayoría de la gente esto es así. ¼ Ganarse la vida requiere tomar decisiones, fijar prioridades y aceptar responsabilidades. Cuando ofrecemos a jóvenes sanos la opción de sobrevivir, sin la necesidad -no la oportunidad, sino la necesidad- de ganarse la vida, saboteamos el desarrollo de estas habilidades haciéndolas innecesarias.24

    Teniendo en cuenta que la mayoría de pobres son descendientes de esclavos negros y de emigrantes que no tuvieron desde el principio las mismas oportunidades que los colonos y sus sucesores, es muy injusto y antihistórico el considerar a los pobres como perdedores por sus propios méritos -o falta de ellos-. Si la sociedad hubiera ofrecido de veras las mismas oportunidades a unos y otros, todavía se podría pensar así, pero las circunstancias negaron a la mayoría de los pobres las posibilidades de elevarse por sus propias fuerzas y salir de la pobreza. El que algunos afortunados o esforzados pobres hayan conseguido salir de la pobreza por sus propios méritos no invalida la regla general de que la historia impone una enorme desigualdad de oportunidades de partida. En efecto, la mayoría de los pobres es gente que al nacer se encontró encerrada en una serie de “círculos viciosos” de la pobreza (ignorancia, medio familiar, falta de motivación y estímulos, expectativas pesimistas, etc,) de los que les resulta imposible salir, a no ser que sean ayudados desde afuera.
    Los pobres no son perdedores sino despojados, herederos de una situación de injusticia como fue la esclavitud, y víctimas de la explotación imperial que ha generado la emigración. Al echar a los pobres mismos la culpa de su pobreza, se escamotea la responsabilidad del sistema, del tipo de sociedad, de los ricos, de las multinacionales, etc. en la generación y mantenimiento de un gran mar de pobres en medio de un paraíso de abundancia de bienes materiales. Parecen decir : “El sistema sólo genera prosperidad y abundancia; el que no se beneficia de ellas es por su culpa”. El encubrimiento sería perfecto, si no fuera tan grosero e increíble.
    4.3. Parches personales en lugar de reformas estructurales
    De esta filosofía se derivan unas estrategias de lucha contra la pobreza que tienden no tanto a reducir los condicionamientos exteriores que atenazan a las familias pobres cuanto a fortalecer las posibilidades de lucha y triunfo individual de los pobres. No les preocupan tanto las estructuras objetivas que causan pobreza cuanto las disposiciones personales para salir de la pobreza. No se preocupan tanto de arreglar las condiciones de vida en el ghetto cuanto de facilitar a algunos la huida del ghetto. El reforzamiento de las posibilidades personales estaría bien si no se abandonara la atención a los condicionantes estructurales, pero como estrategia única y principal su posibilidades de éxito están de partida muy limitadas.
    Por otro lado las reformas en la estrategia tradicional de lucha contra la pobreza que tienden a ahorrar el dinero que dan a los pobres no suponen ningún ahorro: los gastos en el sistema penitenciario aumentarán en la medida en que aumenta la población penal, como muestra el cuadro siguiente:

    Población penitenciaria en 1994
    Años Presos Adultos Por 100.000 habitantes
    1960 212.958 117
    1970 196.429 97
    1980 315.974 139
    1985 480.568 216
    1990 730.580 295
    1991 789.610 310
    1992 847.271 330
    1993 948.881 351
    1994 1.012.851.373
    Fuente: Bureau of Justice Statistics. 1994 US Governement


    El incesante aumento de la población penal, la inmensa mayoría de la cual proviene de las filas de los pobres (la mayoría de la población penal, 55%, son negros25), es otro índice del aumento de la pobreza en los Estados Unidos y muestra que los recursos que se retiran de ayudar a las madres solteras y a los habitantes de los ghettos se tienen que emplear multiplicados en el sistema penitenciario.

    5. LA REFORMA DEL “WELFARE” EN ESTADOS UNIDOS Y EL COMBATE CONTRA LA POBREZA

    Las medidas específicas de combate contra la pobreza en estos últimos años han ido en dos direcciones: la eliminación de los abusos del sistema de beneficencia y la devolución de la administración de los beneficios a los estados.

    5.1. Trabajo en vez de beneficencia
    Parece ser que los abusos son muchos:

    Casi 1 de cada 7 niños americanos esta recibiendo “ayuda a familias con hijos dependientes” (el programa AFDC). Menos del 1% de los subsidiados trabaja a cambio del cheque de beneficencia. Y precisamente en el ultimo mes la US General Accounting Office informó que sólo el 11% de los 4,6 millones de padres (madres, la inmensa mayoría) beneficiarios de AFDC participan cada mes en alguno de los programas de educación, entrenamiento y busca de empleo establecidos por la ley de 1988.26

    Desde los tiempos de Ronald Reagan, la administración americana está obsesionada con el tema de la dependencia, “la tela de araña de la dependencia” que atrapa a los recipientes de ayuda humanitaria, con lo cual se refieren al hecho de que muchas personas se pasan la vida recibiendo ayuda, sin intentar trabajar ni salir de la situación de penuria en que se encuentran. No hay nada que repugne más a la burguesía americana en el tema de la pobreza. Sin embrago, los trabajadores sociales en contacto con los beneficiarios del programa AFDC, el 91% de los cuales son mujeres, no cesan de repetir que la mayoría de esas personas padecen condiciones que les incapacitan para realizar un trabajo permanente:
    - El 60% han sufrido abusos y negligencias graves como adultos;
    - El 35% padecen incapacidades parciales o tienen personas incapacitadas en la familia;
    - Entre el 25 y el 40% tienen dificultades en el aprendizaje;
    - El 16% tiene problemas por abuso de droga o alcohol;27

    La dura realidad es que muchos de los más dependientes de la asistencia pública son incapaces de conseguir y conservar empleos a pleno tiempo en el sector público o el privado¼ Los receptores crónicos de beneficencia viven en un mundo muy alejado de los despachos donde los legisladores redactan planes bien intencionados para hacerlos trabajar. Alguna mujeres que han estado subsidiadas por años tienen tan poca experiencia de trabajo que las asistentes sociales tienen que ensayar con ellas para que aprendan a decir “muchas gracias” y “hasta la vista” al final de las entrevistas de trabajo. Los investigadores dicen que entre el 25 y el 40% de los receptores a largo plazo de AFDC tiene handicaps que no les permiten conservar un empleo estable.28

    El pensamiento oficial de la Casa Blanca va por las mismas líneas que dejó Ronald Reagan. Partiendo del supuesto de que el sistema de beneficencia no funciona bien, (“Por mucho tiempo ha minado los valores del trabajo y la responsabilidad personal en lugar de robustecerlos”29) se plantean el dilema de dar apoyo a las familias más pobres, y sobre todo a los niños, sin generar dependencia. La solución la encuentran en la fórmula “trabajo en vez de beneficencia” a los mayores y ayuda especial a los niños. La idea está bien, el problema reside en como realizarla. Los legisladores no parecen entender, por ejemplo, la condición de la madre soltera que vive sola y no puede dejar a su hijo para ir a trabajar.

    5.2. Devolución a los estados
    La realización de este programa se ha combinado con la trasferencia a los estados con más recursos de mayores competencias en la administración de programas de beneficencia. Muchos estados han comenzado a experimentar la aplicación de limites de tiempo a las familias necesitadas para reducir su dependencia de la beneficencia. Pero la devolución ha comenzado a tener efectos negativos: algunos estados, California y Wisconsin, han conseguido una excepción del Gobierno Federal para establecer un sistema de beneficencia de dos niveles: los nuevos residentes que se benefician de AFDC reciben unas prestaciones menores que los residentes antiguos. Es una manera de discriminar contra los emigrantes. En otros estados pronto se ha encontrado problemas, obvios, por otro lado, porque no enfrentan situaciones de base, como describe el siguiente informe sobre el estado de Virginia:

    La mayoría de las primeras 40 familias que Virginia expulsó de la beneficencia y puso a trabajar parecen destinadas a caer de nuevo en la pobreza el próximo año, cuando se acaben los beneficios especiales que recibieron durante la transición, según un informe legislativo dado a conocer hoy. A no ser que consigan empleos que paguen más que los que tienen ahora, cerca del 80% de aquellos hogares en la región que incluye los condados de Fauquier y Culpeper donde la reforma “de beneficencia a trabajo” se probó por primera vez en 1995, de nuevo estarán viviendo bajo el nivel federal de pobreza en julio próximo, dice el informe. Aun en tiempos de prosperidad y de bajo desempleo, solo encuentran trabajos mal pagados porque tienen pocas habilidades y escasa educación, y cuando los subsidios terminen -y terminan al final de dos años- tienen que comenzar a pagar por el cuidado de sus hijos y por el transporte al trabajo, de manera que pueden perder mucho de lo que han ganado.30

    De acuerdo con el principio de pasar de la beneficencia al trabajo, el Presidente Clinton ha limitado a cinco años, en toda una vida, el tiempo en que una persona puede acogerse a las medidas de la AFDC. Mas aún en 1996 propuso la abolición del programa de Ayuda a Familias con Hijos Dependientes (AFDC) y remplazarlo con otro programa federal con estrictos límites al tiempo para recibir beneficios. El nuevo programa dará a los padres la opción de ir trabajar después de dos años o perder los beneficios y después de cinco años los beneficios se terminarán incondicionalmente.
    Esta mentalidad puritana, economicista y en el fondo etnocéntrica se está aplicando a la revisión de otros programas como los de Food Stamps (vales de comida), Affirmative Action (discriminación positiva de las minorías), Head Start (programa para fomentar la educación de los niños en los ghettos), etc. Es muy de temer que cuanto más se apliquen estos principios pseudoeficientistas a los más pobres más perjudicados van a salir estos. Toda la reforma del sistema de beneficencia, que se integra en el plan para reducir el déficit fiscal, es un gran ejercicio de hipocresía. ¿Por qué no se limitan otros gastos? ¿Por que no se invoca la racionalidad económica para eliminar las ayudas a las empresas (la beneficencia a las empresas), que son mucho más cuantiosas y están menos justificadas que las ayudas a los pobres?

    5.3. Educación y salud
    La lucha contra la pobreza en Estados Unidos por parte del gobierno actual tiene en su haber el fomento de la educación de los más desaventajados y la extensión de la cobertura de salud a más ciudadanos. La educación de mala calidad es patrimonio de los pobres en todos los países del mundo, pero es muy chocante cuán mala puede ser entre los pobres de Estados Unidos:

    La mayoría de los estudiantes en las escuelas públicas de las ciudades en todo el país no llegan a dominar las habilidades básicas en lectura, matemáticas y ciencia, concluye un informe. En las tres asignaturas sólo el 40% de los alumnos de cuarto y octavo grado consiguieron lo que los educadores consideran un nivel básico en los exámenes de carácter nacional¼ En contraste, cerca de las dos terceras partes de los alumnos de escuelas suburbanas y rurales lograron o sobrepasaron este nivel.31

    La educación es particularmente deficiente en las ciudades, en los centros de las ciudades antiguas dejados a los pobres, donde los impuestos sobre la propiedad que recogen las autoridades para financiar el sistema escolar son escasos. Sin otros recursos no pueden financiar un sistema educativo a la altura del promedio del país. El país ha visto con indiferencia cómo se deterioraban los sistemas educativos de las grandes ciudades mientras en los suburbios e incluso en el campo se mejoraban las instalaciones y equipos y se mejoraban las condiciones de vida de los maestros.
    En el último presupuesto de la nación se contemplan partidas significativas para elevar los niveles educativos en las ciudades, reparar miles de edificios escolares y mejorar la atención a los alumnos. El problema se ha deteriorado tanto que ahora serán precisos esfuerzos continuados durante muchos años para elevar los niveles. Esta es una medida esencial en la lucha contra la pobreza. Las diferencias salariales debidas a los niveles diferenciales de educación pueden ser substanciales. La manera de conseguir mejores empleos, en una situación de casi pleno empleo, es normalmente por medio de mejor educación, formación y entrenamiento.
    Otra medida puede ser la extensión del Sistema de Atención de Salud, (Medicare), que ahora beneficia sólo a los incapacitados y a los mayores de 65 años, a otras personas a partir de los 62 años32. Esta medida pueden beneficiar a unas 800.000 personas sin seguro, a quienes una enfermedad puede acarrear la ruina33. Clinton quiso en 1994 imponer una cobertura universal de salud para enfrentar el problema de los cuarenta millones sin seguro, pero la oposición de enormes fuerzas económicas y políticas no lo permitió. Ahora trata de extender la cobertura del seguro médico poco a poco y con precaución para no despertar a los dragones. En este terreno le queda a los Estados Unidos mucho que andar para ponerse a la altura de los países más civilizados del mundo.

    6. EL CUESTIONAMIENTO DEL CAPITALISMO AMERICANO

    En 1995 escribía yo para El Periódico de Catalunya lo siguiente:

    El fin de semana pasado (15/16 de julio de 1995) y días sucesivos pueden haber muerto unas trescientas personas víctimas del calor en la ciudad de Chicago y unos noventa en la región de Washington (The Washington Post, 18 de julio, p. A1). ¿Cómo es posible que un país con un ingreso per cápita de 27.000 dólares anuales se mueran trescientas personas en una ciudad a causa de una ola de calor de no más de cuarenta grados centígrados? Pensémoslo bien. Es cierto que los habitantes de Chicago no están acostumbrados en absoluto a soportar estas temperaturas. Pero incluso en países pobres, como el Chad, Haití, Burkina Faso, etc., poca gente se muere de calor cuando el termómetro llega a los cuarenta grados (¡una ocurrencia bastante normal!). Algunos niños y algunos ancianos mueren deshidratados¼ Pero, ¿en Estados Unidos? El perfil de las víctimas es típico: ancianos con afecciones respiratorias y cardíacas, que vivían en apartamentos pequeños, con poca ventilación para defenderse del viento y el frío y las ventanas cerradas para defenderse de los ladrones. Algunos niños y personas jóvenes también cayeron bajo la ola de calor. Todos eran gente pobre, que además el viernes 14 se quedaron sin electricidad. Esto de la electricidad es otra historia de ricos y pobres. Parece ser que la compañía eléctrica que les suministra la energía, Commonwealth Edison, dejó sin ella a unos 40.000 habitantes de un distrito del norte de la ciudad donde se concentran los pobres. Las demandas de refrigeración de viviendas, locales comerciales, oficinas, etc., es decir, de los que tienen más medios para todo, cargaron tanto la red que -¡qué casualidad!- se quedó sin luz el barrio pobre. Esta trágica racha de muertes muestra cuan vulnerables pueden ser los ciudadanos pobres en las sociedades ricas.34

    Esta larga reflexión sobre la pobreza y la situación de los pobres en los Estados Unidos nos debe llevar a conocer mejor la naturaleza de la economía y sociedad de ese gran país para evaluar mejor los costos en que incurriríamos al importar un modelo que se nos presenta como apetecible y como inevitable.
    El capitalismo americano esta en ruta hacia nuevas cotas de individualismo y egoísmo, donde la solidaridad deja de ser un valor personal y social. El lucro, el enriquecimiento personal, la vida llena de placeres y diversiones, los éxitos personales se convierten cada vez más en la razón de vivir de la mayoría de los ciudadanos norteamericanos. Es tan dura la lucha que no queda tiempo para los demás, para las causas comunes; para los bienes comunes, cuanto menos para los pobres! Es un estilo de vida y de trabajo que hace del éxito personal, éxito notable y reconocible, a ser posible, una meta de la vida. Pocos llegan realmente a los niveles de los grandes triunfadores, muchos se quedan a medio camino y muchos más se quedan tirados en el intento.
    La sociedad americana va derivando hacia lo que se ha llamado una “economía de Apartheid”35, en que unos pocos, el 20% de mayores ingresos, continua acumulando la prodigiosa riqueza que se crea con las nuevas tecnologías y los nuevos sistemas de trabajo y de organización de empresas, mientras el resto ve estancarse sus ingresos o se hunden en las pantanos de la pobreza. La sociedad americana tiende así a una sociedad dual, como fue la de Sudáfrica, más conflictiva, donde los gastos en seguridad y represión serán cada vez mayores y el disfrute de la riqueza más lleno de sobresaltos.
    ¿Que tiene que ofrecernos la sociedad americana? No entramos aquí en el terreno personal, donde siempre encontraremos ejemplos de hospitalidad, honradez, espíritu de trabajo, sino que nos mantenemos en el plano de las estructuras económicas y sociales. Ellos han resuelto mejor que nosotros el problema del desempleo, por lo menos aritméticamente: la tasa de desempleo es del 4,7% frente al 20% de la española. ¿Quiere eso decir que si adoptáramos su organización, sus valores y sus modos de funcionar, resolveríamos los problemas sociales de España? A parte de que la cosa no es tan fácil, diría que quizá en algunos aspectos sí; quizá podríamos funcionar mejor en la vida macroeconómica... Pero en conjunto no creo que la sociedad americana sea un ejemplo atractivo de valores sociales y colectivos como para inspirar un cambio en nuestra sociedad. Con su individualismo, su inclinación a competir y superar a los otros, sus ansias de triunfo personal, los americanos no ofrecen ideas para esfuerzos colectivos ni empresas societales, como necesitamos para superar la crisis social de Europa.

    NOTAS

    1. U.S. Census Bureau, “Poverty 1995”. Tomado de ( www.census.gov/hhes/poverty/pov95 ). Esta es la fuente para las tablas que presento a continuación sin indicar la procedencia.
    2. “La pauvreté, en Europe comme aux Etats-Unis”, Le Monde, 18/19 May 1997.
    3. Antes de la II Guerra Mundial, y como resultado de la Gran Depresión de los años treinta, la tercera parte de los americanos serían considerados pobres.
    4. National Current Employment Statistics (stats.bls.gov:80/newrels.htm).
    5. Mary H. Cooper, 1996, “The Working Poor: Will funding cuts make their future grimmer?” Congressional Quarterly (no disponemos de fecha).
    6. La población de menos de 18 años la componen unos 70 millones de personas, de ellas el 20,8%, es decir, 14,7 millones son pobres, número que representa el 40% del universo de los 36,5 millones de pobres norteamericanos.
    7. Lester C. Thurow. 1996. The Future of Capitalism. Morrow & Co. New York p. 98. (Hay traducción castellana en Ariel, Barcelona).
    8. Si dividimos a una distribución de frecuencias en cien partes, cada 20% representa la quinta parte.
    9. Barlett Donald L. & James B. Steele. 1996. America: Who Stole the Dream? Andrwes and MacMeel. Kansas City
    10. Es decir, en dólares constantes de 1995.
    11. Barlett Donal L. and James B.Steele. 1996. America: Who Stole the Dream. Kansas City, pp. 8 y 9.
    12. Richard Cohen. 1995. “The Silent Depression”. The Washington Post, 20 de abril (opinión).
    13. The New York Times. 1996 The Downsizing of America. Special Report Times Books.
    14. Es la diferencia de los que se han creado y los que se han destruido.
    15. The Downsizing of America, p. 4.
    16. “The Downsizing's Avantgard”, The Washington Post, marzo 1996.
    17. The Economic Report of the President 1996, Washington D.C., p 231.
    18. Robert Frank y Philip Cook. 1995 The Winner-Take- All Society. Free Press. New York.
    19. Richard B. Freeman. 1995. “Are Your Wages set in Beijing?” Journal of Economic Perspectives, v.9. n. 3, pp 15-32.
    20. William Cline. 1997. Trade and Wage Inequality. Institute for International Economics. Washington D.C., p.177.
    21. U.S. Department of Commerce. Statistical Abstract of the United States 1991. P, 425.
    22. Citado por Dani Rodrik. 1997. Has Globalization Gone Too Far? Institute for International economics. Washington D.C., p. 25.
    23. “House Endorse Overhaul of Welfare System” The Washington Post, 25 de marzo de 1995, p. 1 col.1.
    24. Philip Harvey. 1998 “No Work, No Pleasure” The Washington Post, January 5, p. A 18.
    25. Hay 1.432 presos por cada 100.000 ciudadanos negros, mientras que sólo 203 blancos por cada 100.000 habitantes de este color.
    26. “Welfare.The Myth of Reform” U.S. News and World Report, January 16, 1995, pp. 30-34.
    27. Ibidem, p. 30.
    28. US News and World Report, pp. 30-31.
    29. Economic Report of the President 1996. p. 124.
    30. “Welfare-to Work Fall Short For Most in Va”. The Washington Post, November 22, 1997, page A01.
    31. “Urban Students Not Making the Mark”. The Washington Post, January 8, p. A18.
    32. Posteriormente se ha hablado de extender Medicare a los que han cumplido 55 años.
    33. “Medicare for the Almost-Old”. The Washington Post. January 12, 1998 p. A17.
    34. Se puede leer todo el artículo en mi libro: Luis de Sebastián. 1997. Neoliberalismo global. Apuntes críticos de economía internacional. Editorial Trotta, Madrid.
    35. Freeman Richard B. 1996. “Toward an Apartheid Economy?” Harvard Business Review September-October pp. 115-121.

    APÉNDICE

    El declive de la clase media
    Recientemente, The Wall Street Journal describió el perfil humano del típico desempleado de barrio residencial. John Parker, que vive en la rica urbanización de Main Line, Filadelfia, perdió su trabajo en IBM con motivo de la reestructuración empresarial. Durante meses permaneció encerrado en su casa de seis habitaciones, redactando su curriculum vitae y buscando ofertas de trabajo. Parker dice que a “al principio, ni tan siquiera me apetecía salir a la calle durante las horas de oficina”. El antiguo ejecutivo de cuarenta y tres años comentaba que temía que “mis vecinos me viesen y se preguntaran por qué hacía novillos”. Su aislamiento terminó el día en que oyó un fuerte estruendo y salió de su casa hacia el lugar donde trabajaba un grupo de obreros que pavimentaban la calle: Alzó la vista y se sorpendió al ver a dos de sus amigos observando lo que había ocurrido. “Nos quedamos mirándonos atónitos”, decía Parker, “como queriendo decir: ¡son las dos de la tarde y ninguno de vosotros está en su oficina!”.

    Los nuevos cosmopolitas
    Cuando John F. Kennedy asumió la presidencia de los Estados Unidos, un consejero delegado medio de una de las 500 empresas más prósperas del país podía ganar 190.000 dólares al año. En 1992, la compensación media alcanzó alrededor de los 1,2 millones de dólares por año. Entre 1977 y el inicio de la década actual, los salarios de los altos ejecutivos de las empresas americanas se incrementaron en un 220%. Si los trabajadores de fábrica americanos hubiesen participado de los incrementos en productividad y de los crecimientos de los beneficios de forma similar a como lo han hecho los altos ejecutivos, el salario medio de un trabajador de cadena de producción estaría por encima de los 81.000 dólares al año. Incluso los editores de Business Week se vieron obligados a reconocer que “las retribuciones a los ejecutivos crecen por encima de cualquier proporción razonable, muy por encima de lo que ocurre con otro tipo de trabajos, desde los trabajadores de plantas de fabricación hasta los profesores escolares”.

    La otra América
    Muchos de los americanos hambrientos son personas mayores. Más de un millón de ciudadanos adultos están desnutridos. Las estadísticas indican que más de 30 millones de personas mayores se ven forzadas regularmente a ayunar. Además, el hambre empieza a hacer estragos entre la población americana más joven. Uno de cada cuatro niños americanos en edad de crecimiento pasa hambre, según indican los estudios preparados por Bread for the World, una organización de cooperación con sede en Washington. Don Reeves, analista en política económica que trabaja para Bread for the World, afirma que la globalización de la economía y el rápido desplazamiento tecnológico son los “factores principales” que justifican el creciente número de familias americanas que pasan hambre.

    Mientras que millones de ciudadanos del campo y de las ciudades languidecen de pobreza, y un cada vez mayor número de trabajadores suburbanos con un salario medio sienten el zarpazo de la reingeniería y las consecuencias del desplazamiento tecnológico, una pequeña élite de trabajadores americanos del conocimiento, de empresarios y de directivos empresariales atesoran los beneficios de la nueva economía global basada en la tecnología punta. Disfrutan de un nivel de vida acomodado, lejos del trastorno social que les rodea. La nueva terrible circunstancia por la que atraviesan los Estados Unidos es la que ha hecho que el propio secretario de Trabajo, Robert Reich, se haya preguntado: “¿qué es lo que nos debemos unos a otros como miembros de la misma sociedad que ya no podemos seguir viviendo en la misma economía?”.

    © Cristianisme i Justícia
    Roger de Llúria 13, 1er
    08010 - BARCELONA
    septiembre 1998

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